Organizadas por Colectivos de Acción Solidaria, junto con las entidades socias Escuelas Campesinas de Salamanca, Adecasal y Asdecoba, se celebraron en Monleras en los días 27-29 de noviembre unas jornadas de gran interés que, bajo el lema “¿Nos sostenemos?”, abordaron un tema de especial relevancia en el programa Gente y Tierra, como es el de la Alimentación sostenida por la comunidad y el Apoyo mutuo en las producciones agroecológicas, dentro de un planteamiento de asegurar la soberanía alimentaria y el derecho a acceder a una alimentación saludable.
Contaron con la colaboración de Baladre, red de coordinación contra la precariedad, la pobreza y la exclusión.
El encuentro reunió en Monleras a una treintena de personas. Quienes acudieron desde otros puntos del país llegaron el viernes 27 para situarse en el territorio donde se está desarrollando la acción social de las entidades convocantes y conocer de primera mano sus experiencias.
La jornada del sábado 28 concentró la actividad central del encuentro. Durante la mañana tuvo lugar una mesa de experiencias, con la presencia de las siguientes iniciativas: Basotik Valpuesta (Panadería de horno de leña ecológico y artesano en el País Vasco), Quesos Ugala (ganadería de cabras en ecológico y elaboración de queso, en Zaballa), Spiga Negra (recuperación de cereales autóctonos en ecológico, molino y elaboración de pasta, en Málaga) y Ternera del Bajo Tormes (ganadería ecológica, comercialización en redes de confianza productor-consumidor y venta directa), para pasar seguidamente a un conversatorio y foro de debate con el hilo conductor de Claves para nuestra sostenibilidad.
“¿Nos sostenemos? ¿Somos capaces de sostener los proyectos agroecológicos como nos gustaría? ¿Cómo nos sostenemos, cuidamos y alimentamos las personas, productoras y no productoras, unas a otras? ¿Qué diferencia la forma de sostener en agroecología de otras visiones? “ Son estos algunos de los interrogantes que se formularon para profundizar en la reflexión, aterrizando en esta ocasión más en las producciones extensivas que en los proyectos hortícolas.
La tarde dio paso al conocimiento in situ del proyecto de panaderías, ubicado en las localidades de Monleras y Trabanca, de Terra Vita Rural S.L, iniciativa de economía social y comunitaria promovida desde las tres asociaciones que confluimos en el territorio del Bajo Tormes (Adecasal, Escuelas Campesinas y Asdecoba) con la que, junto a otras iniciativas en marcha, intentamos dar respuesta a las necesidades de la gente y procuramos generar vida, poniendo en juego los recursos de la tierra y los saberes de la cultura tradicional.
El grupo se trasladó hasta Torresmenudas en la mañana del domingo, donde pudo participar en el encuentro-mercado que se celebra el último domingo de mes y conocer el proyecto de cultivo de huertas e invernaderos promovido por Asdecoba, que recupera tierras de labor en desuso para producir alimentos de cercanía y dignificar la vida de colectivos vulnerables y personas en riesgo de exclusión.
La reflexión que suscitaron las experiencias e iniciativas presentadas en el encuentro visitadas en el territorio fue muy enriquecedora y estimulante para seguir apostando por unas opciones de vida arriesgadas, pero necesarias para la transformación social y económica a que aspiramos. Por apuntar algunas ideas fuerza, destacaremos, entre otras, las siguientes:
El poder transformador de lo comunitario, el apoyo de la comunidad que sostiene la esperanza de la gente, los cuidados de la tierra y la apuesta por la vida en medio de la no vida.
El valor simbólico y real de este tipo de iniciativas que demuestran que es posible otro modelo de economía centrada en las necesidades de la comunidad.
El valor de las redes de apoyo mutuo y las alianzas que nos fortalecen a quienes nos movemos en las periferias del sistema y tratamos de construir alternativas en las márgenes del mercado global.
La defensa del espacio de lo público, amenazado por las ideologías y políticas neoliberales; la defensa de los derechos sociales irrenunciables; la reivindicación de políticas más justas y equitativas y la implementación de otras formas de entender la economía al servicio del bien común.
El compromiso irrenunciable de cada persona en particular, quien, con su estilo de vivir, su criterio de consumir o su coherencia de trabajar puede incidir, desde lo pequeño, en transformar el mundo a su alrededor.
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