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viernes, 10 de octubre de 2025

Jornada debate "EL MUNDO RURAL SE QUEMA"

 

Los participantes apelan a la responsabilidad de las instituciones y al compromiso de las comunidades rurales para prevenir situaciones como las vividas en el verano

Denuncian la negligencia de las administraciones en la gestión del territorio y el abandono rural como causas fundamentales de los incendios devastadores del Noroeste peninsular

 

Monleras acogió el pasado día 4 de octubre una jornada sobre los incendios con el lema “Y, además…EL MUNDO RURAL SE QUEMA”. Organizada por Adecasal, Asdecoba, Escuelas Campesinas de Salamanca, la jornada reunió a unas cien personas en un encuentro necesario, donde se compartieron vivencias, sentimientos, reflexiones y propuestas ante situaciones similares que previsiblemente se repetirán en el futuro. No olvidemos que la zona fue escenario de un virulento incendio que se declaró el día 15 de agosto en Cipérez y que afectó a más de 10.000 hectáreas, obligando al desalojo de varias localidades.

Comenzó la jornada con las intervenciones de Valentín Cabero, ex-catedrático de Geografía de la USAl y experto en estudios territoriales, y Raúl Navarrete, técnico forestal experto en incendios, que situaron el marco de reflexión desde las “Claves humanas, económicas, sociales y medioambientales en los territorios del Noroeste peninsular”.

Señaló Valentín Cabero que en estos territorios se dan unas condiciones demográficas, sociales, económicas y ambientales que han sido determinantes en la virulencia y capacidad destructiva de los incendios sufridos. Apuntó como causa fundamental a un modelo social y económico insostenible en el manejo de los recursos naturales y a un problema grave de gestión y ordenación del territorio que la Junta de Castilla y León, al igual que otras comunidades autónomas afectadas, no ha sabido abordar. Alertó de que el abandono del campo y la despoblación, que han traído consigo la pérdida del control sobre el territorio y sus recursos por parte de los habitantes, generando una alarmante desconexión de la población con el territorio, así como la dejación de funciones y la lejanía de las administraciones en la sensibilidad hacia la vida campesina, que se traduce en desprotección del mundo rural, han sido la llama que ha prendido nuestros montes, avivada en un contexto de cambio climático que ya está aquí, con sus terribles impactos. Los incendios vividos han dejado tocados a los habitantes de pueblos y aldeas que lo han perdido todo: recursos naturales, viviendas, patrimonio, memoria del lugar, vidas humanas.

Raúl Navarrete, por su parte, incidió en las políticas forestales inadecuadas y en las medidas de prevención y servicios públicos de extinción, claramente insuficientes en una realidad que plantea un horizonte de cambio climático. Señaló que las inversiones en prevención se han reducido a mínimos, en tanto que los servicios de extinción se han externalizado y privatizado en muchos casos, lo que agudiza la precariedad, improvisación y descoordinación que hemos presenciado. Apostó por la renaturalización de los territorios devastados, primando la vegetación autóctona, que ha mostrado una mayor resistencia al fuego y resiliencia a las sequías prolongadas. Y apuntó a la necesidad de recuperar el modelo de paisaje mosaico, que en el fondo era el tradicional, rompiendo la continuidad de las superficies de biomasa.

En un segundo momento, se dio paso a una mesa de experiencias, en la que intervinieron Ángel Delgado, alcalde de Monleras, Román García, bombero forestal, Herminio Mangas, ganadero afectado, y Lourdes Ruano, responsable de dos residencias de mayores de la zona. Todos ellos expresaron los sentimientos vividos en testimonios sobrecogedores, como solo pueden transmitir personas que han vivido en primera línea la catástrofe. De sus intervenciones cabe destacar la sensación de abandono experimentada, el cuestionamiento de protocolos y normativas hechos a veces a espaldas de la población local y ante todo el agradecimiento a vecinos y voluntarios que se implicaron de lleno salvando los pueblos acorralados por las llamas, prestando auxilio en los momentos de máxima tensión y acogiendo a las personas evacuadas. La iniciativa de los propios habitantes del territorio ha sido de vital importancia en la defensa de las comunidades rurales, como muchas de las personas congregadas en el acto aseveraron.

La tercera y última parte de la jornada se centró en intentar aterrizar en unas propuestas de actuación y reivindicaciones, mirando al futuro. Los ponentes invitados esbozaron unas posibles líneas de trabajo en tres ámbitos de intervención:

a)   Ante situaciones de emergencia como la vivida (Ubaldo Hernández).

b)   Ante el cambio climático (Felipe Yuste)

c)    Ante la ausencia de tejido comunitario en el territorio (Juan Jesús Delgado)

En diálogo abierto y debate de propuestas que llevar a cabo, salieron interesantes aportaciones para trabajar en próximas reuniones:

-La urgencia de tomar conciencia de la necesidad de defender los recursos vitales, la tierra y el agua, los bosques protectores, los bienes comunes, el patrimonio natural y cultural, amenazados no solo por los incendios, sino también por la especulación del capital o el abandono del mundo rural.

-La necesidad de afrontar el reto de avanzar hacia una mayor autogestión y autoorganización, para ser comunidades más organizadas y resilientes ante las emergencias climáticas o ante otro tipo de agresiones que pueden afectarnos como mundo rural amenazado.

-En concreto, ante el previsible riesgo de incendios en el futuro, prepararnos en cada municipio y en la comarca elaborando planes de prevención y planes de intervención en caso de emergencia, en los que debemos empezar a trabajar ya. La coordinación de equipos humanos y la formación de los vecinos para saber cómo actuar serán factores claves.

-Por último, nos corroboramos en exigir a las administraciones competentes el cumplimiento de sus responsabilidades, reivindicar las inversiones necesarias en gestión forestal y prevención, reclamar servicios públicos de extinción con la dotación suficiente, solicitar que se apoye a los ayuntamientos con partidas económicas específicas que nos posibiliten desarrollar planes municipales para hacer frente a las emergencias.

La jornada, organizada en el marco del proyecto Gente y Tierra de Colectivos de Acción Solidaria, se cerró con una reflexión compartida sobre cómo los incendios –y lo que estos simbolizan como evidencia del abandono rural– suponen una amenaza para la sostenibilidad de nuestras iniciativas de economía social y comunitaria; pero al tiempo, y no menos importante de considerar, se valoró cómo y de qué manera las iniciativas comunitarias en marcha nos aportan ya una valiosa experiencia de resiliencia desde la comunidad y de organización en redes solidarias que nos ayudará a afrontar los retos que se nos presentan por delante a quienes luchamos por sostener la vida en el mundo rural.






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