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martes, 27 de octubre de 2020

Denuncia situación residencias. EntretodoCAS nº 148

ABANDONO SOCIAL

Morir indignamente

Las personas mayores han sido las principales víctimas de la pandemia: el 67 % de los fallecidos son ancianos en residencias y probablemente bastantes no han sido contabilizados en las estadísticas al no habérseles aplicado la prueba. Las residencias, el lugar donde se creían a salvo, se convirtieron de la noche a la mañana en una ratonera que derivó en un infierno. Se ha actuado tarde y mal. Se les ha abandonado a su suerte. Hemos asistido a escenas deplorables, de una indignidad inimaginable. Los testimonios que hemos escuchado son espeluznantes. 


Al principio las instituciones miraron para otro lado y algunos responsables sanitarios, sin empatía alguna y con falta de ética profesional, dejaban ver que sus vidas no tenían valor, al menos el mismo valor que otras vidas, escudándose en que la emergencia sanitaria debe manejarse como las situaciones de «medicina de catástrofe». Sus cuidadoras, mujeres en su mayoría, han luchado a brazo partido, sin medios, hasta la extenuación, sometidas a una presión insoportable. Han suplido a las familias, que tenían vetado acompañar a sus hijos y abuelos, y han tenido que ejercer de médicos, sin recursos para frenar el contagio y aliviar el sufrimiento atroz de los enfermos. No han recibido, sin embargo, los mismos aplausos que los sanitarios; al contrario, tal vez han sufrido las críticas y la incomprensión de algunos familiares, porque la cuerda se rompe por el lado más débil. 


Toda una generación sacrificada, como quizás no volverá a existir otra, de la que hemos heredado el bienestar de que gozamos y los derechos sociales que disfrutamos, ha sido relegada a un segundo plano, condenada a sufrir y morir en la más absoluta soledad. Un reflejo inequívoco de cómo valora nuestra sociedad productivista y utilitarista a sus mayores. ¡Cuánto nos hemos alejado de las sociedades comunitarias donde las personas de edad eran respetadas por ser esenciales como vigías de la conciencia del pueblo y transmisoras de los valores supremos! Sirva este mensaje doliente como homenaje y reconocimiento a quienes nos han dejado. Pidamos perdón en nombre de las instituciones y asociaciones que no hemos sabido estar a la altura de los acontecimientos y restituyamos a nuestros mayores el puesto y la consideración que se merecen.

 

      





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